La inteligencia emocional es el conjunto de capacidades y habilidades necesarias para identificar tus emociones y las de los demás y saber gestionar dichas emociones de forma adecuada.
Todos tenemos inteligencia emocional, hay una parte innata y otra adquirida. Eso explica porque algunos somos más competentes que otros, porque, aunque inicialmente naces con ciertas habilidades y todos experimentamos emociones, es importante entrenar en el manejo de dichas emociones para ser más hábiles y eficaces en nuestra vida.
Tener inteligencia emocional es escuchar que te dicen las emociones y asegurarte de que puedes autocontrolarte si se están entrometiendo en otras cosas que quieres hacer. Un niño con buena inteligencia emocional tendrá la capacidad de motivarse para conseguir las metas que se han marcado con perseverancia y entusiasmo.
¿Es innata?
Nuestros genes nos definen y nos predisponen a responder de una determinada manera, pero el ambiente que nos rodea también. Cada uno nace con unos recursos emocionales propios, aunque sean más o menos efectivos, sin embargo, tener un ambiente que nos estimula y unas experiencias vitales nos define y nos influye en la toma de decisiones y en nuestro día a día.
Por tanto, una familia que nos ayuda a calmarnos cuando estamos enfadados o unos educadores que nos ofrecen estrategias para resolver conflictos, estimula esa inteligencia emocional infantil y juvenil. En cambio, un ambiente en el que apenas se hable de emociones, en el que no nos ofrezcan herramientas para seguir adelante cuando no nos salen las cosas como esperamos o nos frustramos… generará adultos que les costará manejar con éxito sus emociones, sus relaciones sociales, amorosas y alcanzar el éxito académico y laboral. Entre otras cosas, serán niños/as y/ o adultos/as con más posibilidades de sufrir ansiedad o depresión.
Mitos sobre la inteligencia emocional
1. No existe
La inteligencia emocional ha tenido un especial auge en los últimos años y quizás eso ha generado escepticismo. Si antes no se le daba tanta importancia, es porque no había suficientes estudios que probaran el impacto que podía llegar a tener en la vida de los niños y en las personas. No obstante, que no hubiera estudios científicos tan rigurosos o que sean relativamente nuevos, no le resta valor ni importancia. En realidad, el estudio de las emociones siempre ha estado ahí y puede que valores que en tu vida puede tener un valor más importante o menos, pero es innegable que las emociones existen y que condicionan muchos aspectos de tu vida.
2. Es un aprendizaje académico
Así que leer un diccionario emocional, no servirá de nada si no hay una persona que le dé un significado y un valor. A veces nos sentimos poco preparados para identificar o afrontar las emociones, sin embargo, de una forma u otra todos enseñamos inteligencia emocional, aunque no seamos conscientes. Es imposible no hablar de sus emociones o de las de tu hijo, sin embargo, hay niños que necesitarán más información que otros. No se trata de escoger un momento para darle dar una clase magistral sobre el tema, sino de crear situaciones mediante cuentos, juegos y actividades. Se trata de crear oportunidades, no de forzar charlas.
3. Es cuestión de madurez o de edad
La madurez emocional no es cuestión de edad o de tiempo, sino de aprender a desenvolverte en las situaciones de forma más eficaz, de tal manera que consigas saber qué quieres o qué te gusta y seas capaz de decirlo, de poder controlar tus conductas probando diferentes estrategias y vayas aprendiendo a ser mejor.
Sin embargo, hay personas que tienen una mentalidad más rígida que se limitan diciéndose a ellos mismos: “Yo soy así y así seguiré”, en lugar de realizar cambios positivos en su vida. Es decir, que, al realizar y utilizar siempre los mismos recursos, es muy probable que estén en un círculo vicioso y no consigan avanzar. Aunque te reconozco que muchas veces, no sabemos en qué dirección debemos realizar esos cambios.
4. Tener buena inteligencia emocional se refleja en ser emocional
Ser más sensible a las cosas que suceden en nuestro entorno o ponernos mejor en el lugar de los demás no el único factor relacionado con tener una buena inteligencia emocional. No sólo consiste en identificar emociones, sino en aprender a gestionar dichas emociones y que esas emociones no te controlen a ti ni te desborden en tu día a día o que las emociones de los demás, las acabes asumiendo como propias. Por tanto, ser sensible puede ayudar a identificar esas emociones, pero una persona con buena inteligencia es más que sólo captar emociones, se trata de controlarlas adecuadamente.
Consejos para desarrollar la inteligencia emocional en niños
1. Detecta sus emociones
Nómbralas y ayúdales a describirlas para que puedan reconocerla en otras situaciones. Como ya sabes, el cuento, el juego y las actividades familiares o en la escuela serán determinantes para que tu hijo aprenda de una forma más lúdica y le cueste olvidarlo.
2. Habla de cómo se siente
Ayudarle que aprenda más cosas a través de sus emociones es básico y la única forma de hacerlo es a través del lenguaje. Necesitas conocer lo que le sucede. Sin embargo, muchos niños se encierran en ellos mismos, por miedo a ser considerados más débiles por los demás, les dará vergüenza y se sentirán mal hablando de ello o estarán más expuestos a que les hagan daño.
Por eso, cuando les preguntas cómo se sienten sólo alcanzan a hablarte con monosílabos que no te aportan información: “estoy bien”, “ en el colegio normal” y al final te acabas quedando cómo estabas. Conocer recursos que te permitan explorar más en esas emociones será la clave para que tu hijo o un niño se sienta bien consigo mismo.
3. Valora sus emociones y deja que las exprese
Es importante que conozcan la función de cada uno de ellas y que las expreses para que en un futuro no te bloqueen. Quizás te parezca que sus preocupaciones o lo que les genera tristeza es insignificante. Tienes que ponerte a su nivel y utilizar toda la empatía del mundo para escucharle y ayudarle con ella.
4. Enséñale estrategias para controlar sus emociones
No sirve de nada el “tranquilízate” si nunca le has dado una clave de cómo hacerlo. Es necesario enseñarle cómo debe gestionar cada una de sus emociones y no dar por hecho que simplemente sabrán hacerlo por ellos mismos.